Honda revolucionó el mundo de la moto en los 70 con su CB750, una moto que venía a cambiar el esquema de la industria motociclista. Pero las fantásticas prestaciones de la CB se vieron ensombrecidas por su único, y crucial, punto débil, su chasis. Para sacarle el máximo rendimiento posible había que recurrir a sustituir su chasis por uno más acorde a sus prestaciones y así surgieron un buen número de firmas especializadas para satisfacer esa demanda. Moto Martin y Seagle en Francia, Nico Bakker en Holanda, Fritz Egli en Suiza y en Gran Bretaña Harris y Spondon se unieron a los ya establecidos Rickman y Seeley. Y en la cúspide de todos ellos se situó la firma italiana Bimota, que con su HB1 inició su andadura como una de las firmas más prestigiosas en lo que a motos racers pura sangre se refiere.
Bimota se fundó a mediados de los 60 como una compañia especializada en el sector de la calefacción y ventilación, pero dos de sus socios, Tamburini y Morri, dos entusiastas de la moto y de la competición, decidieron fabricar una racer con un chasis de su invención y un motor de Honda CB750 (arriba). La probaron por primera vez en el verano de 1972 en Misano y con el piloto Luigi Anelli (abajo) a los mandos. En aquella prueba estaba también presente un periodista de la revista italiana Motociclismo, y su crónica sobre aquella rodada tuvo una repercusión brutal. Tanto que la demanda por hacerse con una de aquellas motos obligaron a Tamburini y Morri a hacer una serie limitada de 10 unidades de la HB1, en realidad un kit completo para transformar la Honda CB750, y empezaron a comercializarla en 1973.
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