Hoy me he pasado por el taller de Felipe Martín, teníamos unas fotos pendientes y por fin ha encontrado un hueco para desplegar el fondo de tela en un rincón de su taller. El verano es temporada alta en San Martín de Valdeiglesias y parece que la ola de calor ha hecho merma en los scooters de la chiquillería pinche. Le traen de cabeza, mucho plástico chino y poca chicha, pero Felipe es ante todo un mecánico y se debe a su oficio. Pero a el lo que le pone es restaurar motos. Algunas se las traen en cajas, despiezadas y oxidadas, y el recompone el puzzle paso a paso. Otras se las entregan a medias, con el proceso parado donde el cliente decidió arrojar la toalla y estimó que el plan debía de pasar por manos expertas y artesanales. La lista de restauraciones de Felipe es larga y de los diferentes tipos de motos toca casi todos los palos posibles.
Quizá se haya especializado algo más a lo largo de sus cuarenta años de carrera en las Vespas y Lambrettas (siempre tiene alguna en el banco de trabajo), pero no le tiembla el cerebro a la hora de enfrentarse con alguna abuela sacada de algún pajar. Y las motos de campo españolas las conoce como pocos, de hecho la mayoría de los que hemos subido por los montes de los alrededores lo hemos hecho con alguna que nos vendió su negocio familiar. Hoy tenía 6 motos niqueladas en la sala de espera, con las llaves puestas y gasolina en el depósito, listas para volver a rular. El secreto de la eterna juventud en manos de Felipe. Si queréis ver más restauraciones pasáros por la web de Motos Martín&Martín.
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