Gekkō Kamen creó adicción. Con su vestido blanco nuclear, su capa, su turbante y unas gafas muy chic repartía justicia y cates a partes iguales. Durante un año (1958-59) tuvo a muchos japoneses enganchados al televisor y a los 130 episodios de sus trepidantes aventuras. Los americanos ya tenían al Llanero Solitario y los japoneses no quisieron ser menos, le cambiaron el sombrero por un turbante y el caballo por una moto, pero el fin era el mismo. Combatir la injusticia repartiendo leña. De hecho fue el primer superheroe japonés y el primer superhéroe motorizado del mundo, combinando para sus misiónes justicieras una Harley Davidson y una tuneadísima Honda Dream Sports CS71. No le faltaba de nada: Paracaidas, pantalla de humo, lanzador de aceite y rayos ultra rojos. Casi nada. Por eso los malos se pergiñaban cuando escuchaban a Gekkō sentenciar con su célebre frase lapidatoria "has hecho daño al mundo así que te las veras conmigo", y encima en japonés, que suena más rotundo.
Los niños japonenes tienen mucho peligro, de hecho son los que se pegan las hostias más radicales en los videos caseros y los que sufren con mayor grado el telele de la consola, e imitando a Gekkō Kamen tuvieron sus serios percances (seguro que a casi todos se les enredaba la capa en la rueda trasera de la bici), tantos que la serie tuvo que ser cancelada ante el aluvión de niños averiados que colapsaban urgencias.
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