Existen. Motivados por la creencia popular de que rubia+guapa=tonta diversos estudios han demostrado que el coeficiente intelectual medio de las mujeres rubias no es inferior a la media. Y si no tenemos como muestra a Jane Mansfield, la rubia platino que arrasó entre los lectores del Playboy de los 50 con sus sugerentes curvas. Ella declaraba que su coeficiente alcanzaba los 163, hablaba cinco idiomas y había estudiado piano y violín. Casi nada, todo un lujo tenerla como compañera de mesa como pudieron comprobar en numerosas ocasiones los hermanos Kennedy y una acalorada Sofía Loren que debió de acabar con tortícolis. En realidad era castaña.
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