En la década de los 60 el que quería competir y darle al mango en California lo tenía muy fácil. Sólo tenía que apuntarse a una de las muchas carreras que se celebraban en alguno de los parajes desérticos que abundan en este estado norteamericano. Sin limite de participantes, en el desierto caben todos, sin ecologistas de por medio y con cientos de millas por recorrer los participantes se alineaban en un interminable linea de salida a la espera de que un petardo descomunal marcara el inicio de la carrera. Salir bien posicionado era una prioridad, los pasos comprometidos convertían parte del trazado en cuellos de botella y obligaban a los participantes a pasar en fila. Los primeros en llegar apenas sudaban, los que llegaban después, y eran muchos, se comían todo el atasco, el polvo y las trampas que este escondía.
Participaban con las pesadas motos inglesas de cuatro tiempos, sobre todo Triumph y BSA, con preparaciones mínimas. Les quitaban las luces, les añadían filtros de aire reforzados y les tocaban algo las suspensiones. Poco más, lo que les faltaba en puesta a punto técnica lo tenían que suplir los pilotos con un par. Luego empezaron a competir con las ligeras motos de dos tiempos europeas, donde destacó con nombre propio Bultaco, que con la Pursang y la Bandido se hizo con un importante mercado en California.
Uno de los archivos más importantes de esta época dorada del motociclismo californiano lo ha recopilado el hijo de Larry Bergquist, uno de los pilotos más laureados del desierto. Su padre fue recortando y recopilando todos, todos, los artículos que aparecieron en la prensa y en su carpeta fueron envejeciendo y tiñiéndose del mismo color que la arena del desierto por donde discurrían las carreras. Ahora todos estos recortes están debidamente escaneados y se ofrecen como una base de datos de primera sobre aquellas carreras de locos. Si tienes curiosidad por saber como se las gastaban entonces pásate por Dezpics.
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