Los que montamos en moto sabemos que conviene abrigarse. Una buena chupa de cuero puede bastar, pero si hace rasca de verdad no hay nada mejor que un buen jersey encima del mono. Antes, cuando no había que lucir los parches de los patrocinadores, también había pilotos que recurrían a la socorrida prenda de lana. Así lo entendió Michele Rougerie en el Gran Premio de Francia de 1976 (arriba) y Beryl Swain en el TT de 1962. Mucho más pintón el jersey de la gran Beryl, sabía como hacerlo combinar con el casco y el depósito.
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