Quique Berna, de Tamarit, ya andaba de pequeño enredando con las dos ruedas. Tenía un dirt track de juguete con la que se empleaba a fondo en la curva del final del pasillo. Era su genuina Moto Veloz. Y en su honor la última transformación de su garage, siempre fiel a las Bonneville, lleva su nombre. Para ampliar horizontes, mucho más allá de la curva del final del pasillo.
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