Uno de los retos de los grandes fotógrafos es ir evolucionando hacia otras maneras de entender la fotografía. Y en el caso de los fotógrafos de competición, que sólo pueden disparar desde los lugares autorizados en los circuitos permanentes, la tarea no es fácil. Siempre obtendrán las mismas instantáneas y sólo dependerá de los lances de la carrera y de la suerte de estar en el momento oportuno en el lugar preciso el que obtengan una foto única. En busca de esa otra foto interviene como uno de los mejores valores añadidos el ángulo desde el cual se haga la foto. En las Road Races es más sencillo por la cantidad de escenarios posibles, pero en los circuitos permanentes la cosa se complica y hay que buscar alternativas más creativas. Como intentar reproducir la perspectiva del piloto, meterse de lleno en la acción, agarrarse fuerte y disparar.
Uno de los pioneros en buscar ese ángulo es el fotógrafo canadienses Bill Petro. A mediados de los setenta lo intentó en el campeonato canadiense de Superbikes y de sidecares. Sin duda el mejor agarre se lo brindaban los sidecares pero al no tener un tercer brazo para sujetar la cámara tuvo que ingeniarse un armazón para acoplar la cámara al casco y al hombro izquierdo (arriba), con un cable para accionar manualmente el motor de arrastre y muchos metros de cinta americana. Más peliagudo, pero seguro que algo más ligero, lo tenía que tener Petro cuando decidía conseguir ángulos desde la parte posterior de una moto con unos simples reposapiés artesanales a modo de apoyo (abajo). Ignoro si además se sujetaba con cintas de velcro a la espalda del piloto, pero lo que si puedo asegurar, porque lo he comprobado cámara en mano a velocidad de paseo, es que circular en esa posición da mucho miedo. Y más todavía cuando incluimos las tumbarretas en la experiencia. Pero el que no arriesga no gana, y Petro consiguió lo que pretendía, aportar una particular e inédita visión de las carreras y seguir evolucionado en su profesión.
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