En los viajes alrededor del mundo los extremos se suelen tocar, y se pasa del room-service al garaje en apenas unos miles de kilómetros. El italiano Andrea Livio y la Mastellona los probaron todos en su gran viaje sin demasiado rumbo fijo. Sólo sabían que tenían que acabar de nuevo donde salieron, en el paso del Stelvio en los Alpes, y entremedias ya irían viendo. Un lujo sólo al alcance de los más valientes. stelvio2stelvio
No hay comentarios:
Publicar un comentario