John con su Triumph Tiger 100 de carreras
Como al genial florentino a John Britten le gustaban los pájaros. Los estudiaba a lo largo de la costa de su ciudad natal de Christchurch, en Nueva Zelanda, y quiso emularlos también diseñando el Ornithopter, una máquina alada que le permitiera remontar el vuelo. Nunca lo consiguió, pero continuó empeñado en volar, esta vez de una manera más pragmática y sobre dos ruedas, otra de sus pasiones. Lo consiguió años más tarde y en el tramo más rápido y espeluznante de la carrera más dura del mundo. En 1993 el también piloto kiwi Shaun Harris y con la Britten V-1000, una moto diseñada en el garaje de Britten, marcó el record de velocidad en Bray Hill con 165 mph. Era el año del debú de Britten en el TT. Asombroso.


Cuando la Britten V100 empezó a dominar en los circuitos, a las grandes marcas como Honda y Ducati les pillo de sorpresa. Con abultadísimos presupuestos destinados a los departamentos de competición no podían concebir como desde un garaje, y del trabajo de cuatro amigos, había surgido de la nada una moto capaz de hacerles frente. Aunque las primeras pruebas no fueron muy satisfactorias ( en una la moto se partió en dos a 250kmph) Britten sabía el potencial que tenían y que el fracaso se convertía a veces en la piedra angular para alcanzar el éxito. Y este le vino en Daytona, en la popular Battle of the Twins, donde en su debú en 1993 acabó segunda y ganó al año siguiente, frente a las todopoderosas escuadras de Ducati y Harley Davidson, que con un millonario presupuesto volcado en su VR1000 racer pasó del esperado papel estelar a un triste segundo plano.
John Britten murió en 1995 víctima de un cáncer de piel. Sólo tenía 45 años y acababa de despegar, privando al mundo de una mente revolucionaria y visonaria como pocas. ¿Que hubiese sido del motociclismo de competición si Britten hubiese seguido con sus proyectos? Britten dejó poso, un legado que continua vivo y que sirve para que muchos tengan en la asombrosa capacidad para generar ideas y resolver entuertos de este Neozelandás un acicate para tirar del carro.
El atractivo y potencial de la V1000 entusiasmó en el mundo de la moto y fue en Italia donde se inició en 1993 la colaboración con Roberto Crepaldi de CR&S (Cafe Racers & Superbikes). Apostaron por el prototipo Kiwi y le encargaron en 1994 una V1000 (arriba) a Britten para participar en las carreras europeas. La tercera de la serie y la primera que cae en manos de un cliente. Con ella pasan por momentos muy difíciles, en 1994 y en su debú en el TT su piloto Mark Farmer muere en un accidente, y por momentos de gloria y de rotundas victorias hasta que en 1997 Crepaldi la jubila y la reserva un lugar en su particular colección de motos.
Las Britten compitieron en el TT en 1993, 1994 y 1996 pero los constantes problemas mecánicos lastraron sus resultados. Erán muy rápidas, en su primer año batieron el record de velocidad absoluto con 165 mph en la recta de salida, pero poco fiables para el exigente TTCourse. Sólo en 1996 y con el kiwi Shaun Harris cuidando el motor al máximo ( siempre lo mantuvo por debajo de las 10.000 rpm) logró una Britten finalizar un cruento Senior TT donde 48 de los 84 participantes tuvo que retirarse.
Senior TT de 1993, Shaun Harris en Braddan Bridge.
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