sábado, 19 de noviembre de 2011

John Britten, el da Vinci de las motos


John con su Triumph Tiger 100 de carreras

Como al genial florentino a John Britten le gustaban los pájaros. Los estudiaba a lo largo de la costa de su ciudad natal de Christchurch, en Nueva Zelanda, y quiso emularlos también diseñando el Ornithopter, una máquina alada que le permitiera remontar el vuelo. Nunca lo consiguió, pero continuó empeñado en volar, esta vez de una manera más pragmática y sobre dos ruedas, otra de sus pasiones.  Lo consiguió años más tarde y en el tramo más rápido y espeluznante de la carrera más dura del mundo.  En 1993 el también piloto kiwi Shaun Harris y con la Britten V-1000, una moto diseñada en el garaje de Britten, marcó el record de velocidad en Bray Hill con 165 mph. Era el año del debú de Britten en el TT. Asombroso. 


Antes John Britten, ingeniero mecánico nacido en 1950, ya había recorrido bastante camino de autodidacta  en variopintos campos: diseñador de hornos de vidrio y de mezcladoras de hormigón, carpintero, vidriero, constructor (construyó una alucinate casa partiendo de un establo y utilizando materiales reciclados), y hasta diseño ropa que luego vendía. No paraba quieto y a finales de sus veinte años se embarcó en la aventura que acabaría dandole el prestigio y el reconocimiento mundial. Le apasionaban las carreras de motos, compitiendo al principo con una Triumph Tiger 100 y con una Ducati más tarde. Inconformista por naturaleza necesitaba  una moto más competitiva y con la chispa creativa que le caracterizaba  se metió en faena para construir en 1985 su primera moto de carreras la Aero-D-Zero con motor Ducati Pantah. A esta le siguio en 1987 la Aero-D-One (foto) mucho más evolucionada que la Zero. El nuevo motor, un V-Twin de 999cc, se lo encargó a Denco Engineering, una pequeña empresa local que se dedicaba a fabricar motores para el speedway y sobre este diseño un chasis monocasco de fibra de carbono y kevlar con un basculante de aluminio montado directamente sobre el motor. Britten buscó asesoramiento en Mike Sinclair, tecnico de competición del mundíal de motociclismo y vecino suyo, que le apremió a hacerse con material puntero para completar el invento, horquillas White Power y mono shok , frenos AP Lockheed y ruedas de magnesio Marvic. Un espectacular carenado integral cubría finalmente todo. Una moto de carreras pura y dura, atractiva y muy rápida que se gestó en el  garaje de Britten pero que necesitó de continuas, y complejas, puestas a punto. 

John acabó por abandonar este prototipo y armado con un tubo de pegamento, una pequeña pistola soldadora y muchos metros de alambre empezó a darle forma a lo que sería su moto de carreras definitiva. La Britten V1000 se gestó tambien en el garaje de su casa con tecnología puntera nunca antes aplicada a una moto de carreras. De nuevo un garage volvía a ser el escenario de una revolución. La principal característica era la ausencia de chasis, el motor era el chasis, con un cuerpo de fibra de carbono y kevlar que hacía de anclaje para el resto de los componentes de la moto y que convertía a la V1000 en una moto superaerodinámica, con el radiador situado bajo el asiento (unos conductos de aire en el cuerpo de carbono le suministraban el aire) y con la ausencia del chasis el ancho del motor no superaba al de la rueda trasera. El motor era también made in Britten, excepto los pistones (Omegas Británicos fabricados para la Formula 1) y la caja de cambios (Suzuki GS1100ET) el V-Twin fue fundido y montado enteramente por Britten. Innovador y radical es también el sistema de suspensiones, con el amortiguador trasero situado frente al motor y la suspensión delantera confiada a un paralelograma. Y todo fabricado en su garaje. Con sólo 145kg y 160cv la moto estaba lista para dar guerra, y mucha. 


Cuando la Britten V100 empezó a dominar en los circuitos, a las grandes marcas como Honda y Ducati les pillo de sorpresa. Con abultadísimos presupuestos destinados a los departamentos de competición no podían concebir como  desde un garaje, y del trabajo de cuatro amigos, había surgido de la nada una moto capaz de hacerles frente. Aunque las primeras pruebas no fueron muy satisfactorias ( en una la moto se partió en dos a 250kmph) Britten sabía el potencial que tenían y que el fracaso se convertía a veces en  la piedra angular para alcanzar el éxito. Y este le vino en Daytona, en la popular Battle of the Twins, donde en su debú en 1993 acabó segunda y ganó al año siguiente, frente a las todopoderosas escuadras de Ducati y Harley Davidson, que con un millonario presupuesto volcado en su VR1000 racer pasó del esperado papel estelar a un  triste segundo plano. 

John Britten murió en 1995 víctima de un cáncer de piel. Sólo tenía 45 años y acababa de despegar, privando al mundo de una mente revolucionaria y visonaria como pocas. ¿Que hubiese sido del motociclismo de competición si Britten hubiese seguido con sus proyectos? Britten dejó poso, un legado que continua vivo y que sirve para que muchos tengan en la asombrosa capacidad para generar ideas y resolver entuertos  de este Neozelandás un acicate para tirar del carro. 


El atractivo y potencial de la V1000 entusiasmó en el mundo de la moto  y fue en Italia donde se inició en 1993 la colaboración con Roberto Crepaldi de CR&S (Cafe Racers & Superbikes). Apostaron por el prototipo Kiwi y le encargaron en 1994 una V1000 (arriba) a Britten para participar en las carreras europeas. La tercera de la serie y la primera que cae en manos de un cliente.  Con ella pasan por momentos muy difíciles,  en 1994 y en su debú en el TT su piloto Mark Farmer muere en un accidente, y por momentos de gloria y de rotundas victorias hasta que en 1997 Crepaldi la jubila y la reserva un lugar en su particular colección de motos. 

Las Britten compitieron en el TT en 1993, 1994 y 1996 pero los constantes problemas mecánicos lastraron sus resultados. Erán muy rápidas, en su primer año batieron el record de velocidad  absoluto con 165 mph en la recta de salida, pero poco fiables para el exigente TTCourse. Sólo en 1996 y con el kiwi Shaun Harris cuidando el motor al máximo ( siempre lo mantuvo por debajo de las 10.000 rpm) logró una Britten finalizar un cruento Senior TT donde 48 de los 84 participantes tuvo que retirarse. 

Senior TT de 1993, Shaun Harris en Braddan Bridge. 

Formula One TT de 1994, Nick Jefferies en Governors Bridge

En 1996 y pilotada por Shaun Harris la CR&S Britten es la primera Britten que finaliza un TT, clasificándose en 33 posición en el Senior TT. 

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