Sin duda el piloto más querido y más grande que ha dado el Tourist Trophy es Joey Dunlop. Fallecido en una carrera sin transcendencia en Estonia su imagen siempre estará asociada al TT y a las Road Races. Consiguío con 48 años la última de sus 26 victorias en la Isla de Man y demostró hasta que punto su conexión con el circuito fue total. De hecho sigue ahi, nunca se fue, contemplando desde su pedestal en Bungalow la serpenteante carretera que corona el tramo más alto del circuito de la montaña.
En su pueblo natal de Ballymoney, en Irlanda del Norte, también le han dedicado una estatua que junto a un mural que recoje su extensa trayectoria en las Road Races -lo ganó todo- se alza en el Memorial Garden que lleva su nombre. Si llueve lo tenemos fácil, también podemos rendirle tributo en su bar con una espesa Guiness. A la vuelta de la esquina se encuentra el Joeys Bar. Regentado por su viuda Linda es uno de los pocos bares en el mundo donde hablar de motos se convierte en una obligación. Tal y como le hubiese gustado a Joey.
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