Para contemplar una moto que ha pasado por las manos de Motor Rock hay que hacerlo con calma, son tantos los detalles con los que estos japoneses de Nagoya rematan sus creaciones que sin exagerar nos deberíamos llevar una silla de camping. Con ellos desde luego que no va el rollo minimalista y ante todo adoran el aluminio, material omnipresente en todas sus creaciones. La Yamaha XS 650 que ilustra esta entrada es una muestra de ello, y aunque se decantan más hacia la estética custom tienen un par de cafe racers y otras hibridas que demuestran, una vez más, que las motos transformadas que vienen del país del sol naciente son genuinamente artesanas.
Otra de las criaturas de Motor Rock es esta espectacular y reluciente Kawasaki K750, aluminio a mansalva y unos detalles (el escape, el basculante, el manillar, el ...) que quitan el hipo.
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